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martes, 23 de febrero de 2016

Misericordia, Señor - P. Javier Leoz

Ante las heridas que se abren en el cuerpo
de la humanidad, seamos bálsamo que se haga presente
donde las carnes sangran y los corazones odian y ya no aman.

¡Misericordia, Señor!
Frente a las mentes frías y calculadoras
que todo lo pervierten, que denunciemos,
por activa y por pasiva, que sólo el amor
transforma y ofrece bienestar al que lo busca.

¡Misericordia, Señor!
Que, ante los afanes que nos interpelan
e interrogan, seamos capaces de no perdernos
en el ruido y caminar hacia la fuente
de la misericordia infinita que eres Tú.

¡Misericordia, Señor!
Para rompernos y repartirnos y regalar
lo que otros no tienen:
alegría ante el lodo de la tristeza,
fuerza ante la fiebre de la debilidad,
ilusión ante el desencanto de una vida fácil,
perseverancia ante una fe inconstante, raquítica y perezosa.

¡Misericordia, Señor!
Que el enfermo vea en nosotros medicina
y el hambriento un trozo de pan en nuestras manos.
Que para el sediento seamos agua fresca
y el que busque cobijo encuentre en nuestra casa, su casa.
Que el desnudo se revista de nuestro vestido
y el encarcelado en mil cárceles del mundo,
encuentre en nosotros la llave de su libertad
y el paraíso definitivo, por nuestra oración, el que ya murió.

¡Misericordia, Señor!
En la ignorancia, seamos palabra oportuna.
En la indefinición, consejo que ilumine.
En la equivocación, corrección cierta y clara.
En la ofensa, perdón aunque cueste y hiera.
En la tristeza, una sonrisa del que irradia felicidad.
En los defectos del prójimo paciencia
que todo lo alcanza y con los que viven o han muerto,
la oración que todo lo puede.
Como Tú, Señor, siempre misericordia.

P. Javier Leoz

lunes, 22 de febrero de 2016

“Misericordina” Cuaresmal como remedio espiritual

 (A partir de la propuesta del Papa Francisco
del 13 de diciembre de 2013)

1. Regálale a DIOS un poco de tu silencio y, Él, te dará
abundancia de equilibrio interior y de fuerza para avanzar
en aquello que te propongas. La oración es el termómetro
de una fe contrastada con el Señor.

2. Ofrécele a quien necesite, un gramo de tu paciencia,
un minuto de tu escucha, un espacio de tu corazón. Sentirás
que, la felicidad, se conquista con lo que más cuesta.
El Señor siempre es paciente contigo.

3. Lánzate a las causas que, aparentemente, sean perdidas.
Defiende la verdad, aunque te digan que es mentira.
Abandera la esperanza, aunque vociferen que todo está perdido.
Mantén tu cintura cristiana, aunque te digan que eso fue
una moda que ya pasó. Recuerda: “Todo pecador tiene un pasado”
(Papa Francisco)

4. Acompaña al que, por la vida, anda sin rumbo. Al que confunde
el bien con el mal, el día con la noche, el cierzo con la brisa o la fe
con una idea simple y acomodada. Comprobarás que, el trigo
después de ser molido, ha de ser cribado para conseguir un pan bueno.

5. Libera, con la llave de tu personalidad, de tu palabra oportuna
o con tu habilidad cierta, a todo aquel que no sabe salir de la
celda de su egoísmo o cerrazón. Te darás cuenta que las cárceles
no existen en las periferias de las ciudades. Que hay muchos conocidos         
nuestros que, sin saberlo, se encuentran maniatados, sin libertad
para expresarse o sin valentía para hacerlo.

6. La ignorancia no está para denunciarla sino para instruirla.
Jesús, con paciencia y delicadeza, supo llevar adelante a un grupo
de 12 discípulos que no sabían –ni de cerca ni de lejos– la suerte
que le aguardaba al Maestro y tampoco a ellos. Si Jesús no lo tuvo
fácil, tampoco nosotros nos hemos de echar atrás por la incomprensión         
del momento. En la persistencia e insistencia está el éxito
de muchas cosas.

7. Las grandes necesidades no están sólo en el Tercer Mundo.
Hay un primer mundo solitario, ennegrecido y enfrentado.
Ayudar al necesitado es pensar y buscar quién está vacío, quien
camina desorientado, quién es mendigo de cosas tan elementales
como el afecto, la compañía, una palabra o un pequeño testimonio
cristiano. Puedes ser una mano abierta ante tantos rostros cerrados.

8. Misericordina de comprensión y no de ofensa; de alegría
y no de amargura; de paciencia y no de nerviosismo. Son un déficit
en un ambiente crispado, pesimista o lento para acoger al otro.
Procura, allá donde te encuentres, ser una receta afectiva y efectiva
ante situaciones que exigen un partir en dos el corazón que llevamos
dentro. Por Cuaresma, en el Año Santo Jubilar de la Misericordia,
“misericordina a domicilio” pero sin perder la denominación origen
y el médico que la receta:
¡DIOS DESDE EL CIELO Y DEMOSTRADA EN LA CRUZ!

P. Javier Leoz

domingo, 21 de febrero de 2016

Me llevan a ti, mi Señor - P. Javier Leoz



La Iglesia, que guarda, pregona y proclama tu Palabra.
La Eucaristía, que me llena de Ti,
en la que creo, ofrezco, te recibo y me nutre
con tu presencia real y misteriosa.

Me llevan a ti, mi Señor.
La oración que me funde a Ti
y me hace sentir tu compañía y tu protección.
La Gracia, que desde el cielo,
me socorre cuando estoy perdido,
me orienta cuando me encuentro despistado,
me inspira, cuando pido la palabra oportuna.

Me llevan a ti, mi Señor.
La súplica de toda la Iglesia.
La esperanza de los que creen en Ti.
La alegría de los que esperan en Ti.

Me llevan a ti, mi Señor.
El esfuerzo y el sacrificio
de tantos hombres y mujeres,
consagrados a tu Santo Nombre.
La mortificación y el testimonio
de tantas personas que, dejándolo todo,
tiran de la gran camilla, que es el mundo,
para que, ese mundo, se encuentre con Cristo.

Me llevan a ti, mi Señor.
La comunidad creyente, la parroquia,
el grupo, el rosario meditado,
la contemplación de tu Cuerpo y de tu Sangre,
la caridad y la fe, la Palabra y el amor.

Me llevan a ti, mi Señor.
El sacramento de la reconciliación,
los sacerdotes, la vida matrimonial,
la catequesis, el silencio, la paz,
la entrega, la generosidad y tu Espíritu.

¡Cuántas cosas, me llevan a ti!
Haz que nunca me olvide de pedir
la ayuda necesaria,
para que, nada ni nadie,
me aparte de Ti, Jesús.

Javier Leoz

viernes, 19 de febrero de 2016

Cuaresma ¡Estación de carga! - P.Javier Leoz



Abre el depósito de tu corazón.
La Palabra del Señor te llenará del combustible
necesario para seguir caminando. Él te empujará
y te guiará, incluso, por los caminos más
insospechados por ti.

Apaga el motor de tus agobios y de tus obligaciones.
El silencio o la contemplación te harán sentir la paz
que tu mente y tu vida necesita. No es bueno
ir deprisa ni preocuparse demasiado.

No mires el “cuánto cuesta” cargarse de Dios.
A veces, lo más caro en el mundo, es lo más barato
para alcanzar la felicidad. Tal vez, con tu voluntad,
de momento es suficiente. Dios, pondrá lo demás.

Limpia el parabrisas de tu mirada.
Las imágenes que nos sacuden todos los días nos hacen
tener una visión demasiado pesimista del mundo.

Mientras Dios, llena tu interior, disfruta de su fuerza.
Pídele que nunca te falte su asistencia en tus decisiones,
problemas e inquietudes.

Reajusta, en estos cuarenta días, las piezas
que no encajan en tu forma de actuar, juzgar o vivir.
La Cuaresma es un buen taller para que Jesús actúe
en la complicada maquinaria que somos las personas.

No olvides el código de circulación de todo buen cristiano:
los mandamientos. Con ellos aprenderás que, el amor a Dios,
exige contraprestación a los que nos rodean. Pero, recuerda,
aun haciendo el bien por los demás…no olvides a Dios
que es la fuente de inspiración de la bondad.

Toma con firmeza el volante de tu vida.
No dejes que te manipulen. Que nada ni nadie te desvíe
del camino de la fe. Cuando tengas que parar, para.
Cuando tengas que acelerar, acelera. Pero, ¡nunca dejes
otros tomen el timón de tu vida por ti!

Incluye en el maletero lo imprescindible.
Cuando vamos de excursión ¿qué llevamos?
Que en estos días, previos a la Semana Santa, aprendamos
a vivir con lo esencial. Y, lo esencial, no es lo mucho
sino aquello necesario para ser feliz.

Desde la ventana observa el paisaje;
da gracias a Dios por la vida, por el sol, por la familia,
por la iglesia. No olvides que, Dios, nunca te abandona.

Cuando surjan dificultades; cuando tus días sean
una cuesta arriba ¡no te desesperes! Ofrece esa penitencia,
ese sacrificio por tantas personas que no tienen posibilidades
ni cuentan con tantos medios como tú.

No dejes de lado un alimento que, en cualquier fin de semana,
no puede faltar en el equipaje de tu chasis cristiano: la Eucaristía.
Con ella sabrás disfrutar y dar valor al domingo.
Sin ella, tu vida no tendrá mucho sentido.

Finalmente, cuando sientas el cansancio, detente
un momento. Reza a Dios. Hazle sabedor de que Él,
te puede llenar de oxígeno y de vida, de paz y de fortaleza.
La oración es el gran combustible que, muy pocos,
saben aprovechar o encontrar. Y, por cierto,
se encuentra gratis en el silencio.


P. Javier Leoz

sábado, 30 de enero de 2016

El mundo al revés - P. Javier Leoz



Quiero ser bienaventurado, Señor,
mirando hacia el cielo,
cuando se me invita solamente
a clavar mis ojos en la tierra,
a orientarlos hacia el suelo.

Quiero, Señor, un mundo al revés:
Donde la riqueza, sea tenida como pobreza.
Donde la pobreza, sea exaltada como riqueza.
Donde aquellos que lloran sean cánticos de gloria,
y, donde aquellos que ríen,
sepan que, su alegría, es en poco tiempo nada.

Quiero, Señor, un mundo al revés:
¡Un mundo de bienaventuranzas!
¡Un mundo de felicidad!
¡Un mundo de corazones vacíos de trastos!
¡Un mundo con el corazón lleno de Ti!

¿Cómo llegar a ese mundo al revés?
Sólo Tú, Señor, tienes el secreto para conseguirlo:
Un mundo que llora, son hombres que aman.
Un mundo que sufre, es un mundo que sabe superarse.
Un mundo que se abre, es un mundo que no olvida.
Un mundo que busca la paz, es un mundo que busca el cielo.
Un mundo que es perseguido, es un mundo que no se conforma.
Pero ¿estamos hablando del mismo mundo, Señor?
¿De hombres que estén dispuestos a llorar, sufrir,
brindarse, ser limpios de corazón, perseguidos o ajusticiados
por causa de tu nombre, Señor?
Por eso, amigo y Señor, porque el mundo no va bien,
ayúdanos, con las bienaventuranzas,
a darle la vuelta, a cambiarlo,
y, si hace falta, a ponerlo al revés.
¡Sólo así, seremos bienaventurados!
¡Felices y contentos!

P. Javier Leoz

jueves, 14 de enero de 2016

¿Soy de los tuyos, Señor? - P. Javier Leoz

Me dicen que fui bautizado,
pero no sé muy bien, Señor,
hasta qué punto soy de los tuyos,
de tu grupo, de tu familia, de tus ideas,
de los que defienden, sin fisuras,
tu Palabra sin riesgo de ser descafeinada.
Dicen que, el Espíritu, quema
y me siento un tanto frío.
Me advierten que, el  Bautismo,
es un punto de salida
y frecuentemente me instalo en mis intereses.

¿Soy  de los tuyos, Señor?
Me recuerdan que, ser de los tuyos,
es optar por tu Palabra, por tu vida,
por tu mensaje, por tu cruz,
por tus caminos y por tus contradicciones.
Y, cuántas veces, Señor,
me dejo guiar exclusivamente
por el vocerío del mundo,
amañar por las sensaciones del simple escaparate,
seducir con fuegos artificiales,
asustar por el sufrimiento,
o añorar y buscar atajos,
sin que me digan que soy de los tuyos.

¿Soy  de los tuyos, Señor?
Ayúdame, Señor,
a convertirme, para estar cerca de Ti,
a liberarme, para dedicarme a Ti,
a llenarme de tu Espíritu,
para ofrecerme al pregón de tu Reino.
Que tu Bautismo, Señor,
sea para mí, causa de crecimiento,
llamada a la sinceridad y a la valentía,
a la generosidad y al testimonio,
a la verdad y a la firme respuesta.
Amén. 
P. Javier Leoz

lunes, 11 de enero de 2016

¡Seamos tres! - P. Javier Leoz

Los que busquen y nunca se detengan
a la hora de encontrar al REY DE REYES,
al que es fuente de paz y de alegría.

¡Seamos tres!
Porque, sólo los que cabalgan,
sobre el caballo de la fe,
un horizonte de estrellas espera
en medio de las dificultades.

¡Seamos tres!
Como aquellos, regios personajes,
que dejando palacios y vasallos,
quisieron ser siervos de un pequeño Rey.

¡Seamos tres!
Con tres palabras de aliento:
alegría, amor e ilusión.
Con tres huellas en el camino:
servicio, entrega y generosidad.
Con tres miradas hacia el cielo:
La fe, esperanza y caridad.

¡Seamos tres!
Y, como los Magos,
siempre en marcha y sin temor
hacia la meta, en la que nos espera,
el AMOR que ha bajado del cielo,
el AMOR que se deja adorar,
el AMOR que se deja tocar,
el AMOR que habla sin hablar.

¡Seamos tres!
Con el incienso de nuestra oración.
Con el oro de nuestra caridad.
Con la mirra de nuestra fragilidad.

¡Tres! ¡Seamos tres!
Para que, Jesús desde el Portal,
pueda una ver más comprobar,
que en el mundo siguen existiendo,
hombres y mujeres que dejan,
lo que tienen y no lo que son,
para ponerse en camino siguiendo
la ruta que marca la estrella de Belén.

¡Tres! ¡Seamos como aquellos tres!
Que proclamen, manifiesten y digan
que, como Jesús, no hay otro igual.
Que el mundo conozca, sienta y vea
la Salvación que viene de nuestro Dios.
Y eso… depende de muchos que,
como los Magos, se atrevan a ir….
de tres en tres.

P. Javier Leoz


sábado, 9 de enero de 2016

Lo hiciste en familia, Señor - P. Javier Leoz

Por Navidad, Señor, por Navidad.
Quisiste aparecer en el seno de un hogar.
Como distintivo, no la cantidad, sino la unión.
Como riqueza, no el dinero, sino el ejemplo de José y de María.
Y es que, tu felicidad Señor, no fue la apariencia,
el oro, las perlas o la plata: fue el amor de tu familia nazarena.
En ella, en fracaso aparente,
apareciste ante la gran indiferencia del pueblo.
En ella, en las horas de fracaso,
encontraste el amor sin tregua ni farsa.
En ella, en tus triunfos,
supiste ser ovacionado desde el silencio y la sencillez.

¡Lo hiciste en familia, Señor!
¿De dónde aprendiste el nombre de “Abba” “Padre”?
¿Quién te enseñó a distinguir entre el bien y el mal?
¿En quienes descubriste el valor de la fe y de la entrega?
En la familia, Señor, ¿no fue en tu familia nazarena?
Y hoy, en pleno corazón de la Navidad,
nuestros ojos contemplan, el “tres en uno”,
sí, Señor, tres personas unidas por un mismo amor.
Tres personas teñidas con el color de la pobreza.
Tres personas agasajadas por los que no tienen riqueza alguna.
Tres personas que, bajo el umbral del portal,
siguen siendo referencia y ejemplo de santidad y de fe.
Naciste, Señor, y lo hiciste en una familia.
Pobre, pero amorosa.
Sencilla, pero llena de lo más importante: DIOS.
Temerosa, pero valiente en sus decisiones.
Indiferente para muchos,  pero única ante los ojos del Señor.
¡En  familia, Señor! ¡Quisiste nacer en una familia!

P. Javier Leoz

viernes, 8 de enero de 2016

¡Vayamos! ¡Corramos! - P. Javier Leoz


Un Año Nuevo, como portal sostenido por 365 vigas,
nos espera para vivir junto a Dios
y para, después de Navidad, no olvidarle.

Un calendario, con 365 días virginales,
aguardan el color de nuestra esperanza,
la profundidad de nuestra fe,
la riqueza de nuestras buenas obras.

Para que, la PAZ que nos ha brindado la Navidad
no se apague con el cañón de la violencia,
ni se marchite la esperanza que el hombre abriga.

Que los 12 meses que nos saludan
sean oportunidades para ser mejores.
Piedras para construir un nuevo mundo.                               
Palabras que alienten al hombre.

Dejemos atrás sinsabores y fracasos.
Apartemos a un lado lo que nos impide
vivir de nuevo y con aire fresco.
Dios, entre otras cosas,
nos da la fuerza que viene de lo alto.

Atrás quedó lo viejo y nos espera lo nuevo.
Atrás quedaron asignaturas pendientes,
pero Dios nos da otra oportunidad
para amar y entregarnos,
para levantarnos y ser más hermanos.


El Señor, con su Nacimiento,
ya está alumbrando con 12 lámparas
cada mes de este Año Nuevo.
El Espíritu, con su brisa suave
nos infundirá 365 soplos de aliento divino.
La Virgen María, Madre de Dios y nuestra,
marchará delante de nosotros, sus hijos e hijas,
ayudándonos a vivir dignamente cada hora
y cada segundo, cada día y cada instante,
de este Año Nuevo que ahora se inicia.
¡Vayamos! ¡Corramos!
La vida y la fe nos espera.

P. Javier Leoz