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sábado, 30 de enero de 2016

El mundo al revés - P. Javier Leoz



Quiero ser bienaventurado, Señor,
mirando hacia el cielo,
cuando se me invita solamente
a clavar mis ojos en la tierra,
a orientarlos hacia el suelo.

Quiero, Señor, un mundo al revés:
Donde la riqueza, sea tenida como pobreza.
Donde la pobreza, sea exaltada como riqueza.
Donde aquellos que lloran sean cánticos de gloria,
y, donde aquellos que ríen,
sepan que, su alegría, es en poco tiempo nada.

Quiero, Señor, un mundo al revés:
¡Un mundo de bienaventuranzas!
¡Un mundo de felicidad!
¡Un mundo de corazones vacíos de trastos!
¡Un mundo con el corazón lleno de Ti!

¿Cómo llegar a ese mundo al revés?
Sólo Tú, Señor, tienes el secreto para conseguirlo:
Un mundo que llora, son hombres que aman.
Un mundo que sufre, es un mundo que sabe superarse.
Un mundo que se abre, es un mundo que no olvida.
Un mundo que busca la paz, es un mundo que busca el cielo.
Un mundo que es perseguido, es un mundo que no se conforma.
Pero ¿estamos hablando del mismo mundo, Señor?
¿De hombres que estén dispuestos a llorar, sufrir,
brindarse, ser limpios de corazón, perseguidos o ajusticiados
por causa de tu nombre, Señor?
Por eso, amigo y Señor, porque el mundo no va bien,
ayúdanos, con las bienaventuranzas,
a darle la vuelta, a cambiarlo,
y, si hace falta, a ponerlo al revés.
¡Sólo así, seremos bienaventurados!
¡Felices y contentos!

P. Javier Leoz

sábado, 23 de enero de 2016

Las Bienaventuranzas del misionero - Hna. María Virginia Ciette




Bienaventurado el misionero que vive enamorado
de Cristo, que se fía de Él como lo más necesario
y absoluto, porque no quedará defraudado.

Bienaventurado el misionero que cada mañana dice
"Padre Nuestro", llevando en su corazón todas las razas,
pueblos y lenguas, porque no se conformará
con una vida mezquina.

Bienaventurado el misionero que mantiene su ideal
e ilusión por el Reino y no pierde el tiempo en cosas
accidentales, porque Dios acompaña
a los que siguen su ritmo.

Bienaventurado el misionero con un corazón puro
y transparente, que sabe descubrir el amor
y la ternura de Dios sin complicaciones,
porque Dios siempre se le revelará.

Bienaventurado el misionero que reconoce y acepta
sus limitaciones y debilidades y no pretende ser invencible,
porque Dios se complace en los humildes.

Bienaventurado el misionero que sabe discernir
con sabiduría lo que conviene callar y hablar en cada
circunstancia, porque nunca tendrá que arrepentirse
de haber ofendido a un hermano.

Bienaventurado el misionero que no puede vivir
sin la oración y sin saborear las riquezas de la Palabra
de Dios, porque esto dará sentido a su vida.

Bienaventurado el misionero que anuncia la verdad
sobre Jesucristo y denuncia las injusticias
que oprimen a los hombres, porque será llamado
profeta de los signos de los tiempos.

Bienaventurado el misionero que sabe asumir
y valorar la cultura de los pueblos, porque habrá entendido
el misterio de la Encarnación.

Bienaventurado el misionero que tiene tiempo para hacer
felices a los demás, que encuentra tiempo para los amigos,
la lectura, el esparcimiento, porque ha comprendido
el Mandamiento del Amor y se conoce humano y necesitado.
Hna. María Virginia Ciette