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lunes, 22 de febrero de 2016

“Misericordina” Cuaresmal como remedio espiritual

 (A partir de la propuesta del Papa Francisco
del 13 de diciembre de 2013)

1. Regálale a DIOS un poco de tu silencio y, Él, te dará
abundancia de equilibrio interior y de fuerza para avanzar
en aquello que te propongas. La oración es el termómetro
de una fe contrastada con el Señor.

2. Ofrécele a quien necesite, un gramo de tu paciencia,
un minuto de tu escucha, un espacio de tu corazón. Sentirás
que, la felicidad, se conquista con lo que más cuesta.
El Señor siempre es paciente contigo.

3. Lánzate a las causas que, aparentemente, sean perdidas.
Defiende la verdad, aunque te digan que es mentira.
Abandera la esperanza, aunque vociferen que todo está perdido.
Mantén tu cintura cristiana, aunque te digan que eso fue
una moda que ya pasó. Recuerda: “Todo pecador tiene un pasado”
(Papa Francisco)

4. Acompaña al que, por la vida, anda sin rumbo. Al que confunde
el bien con el mal, el día con la noche, el cierzo con la brisa o la fe
con una idea simple y acomodada. Comprobarás que, el trigo
después de ser molido, ha de ser cribado para conseguir un pan bueno.

5. Libera, con la llave de tu personalidad, de tu palabra oportuna
o con tu habilidad cierta, a todo aquel que no sabe salir de la
celda de su egoísmo o cerrazón. Te darás cuenta que las cárceles
no existen en las periferias de las ciudades. Que hay muchos conocidos         
nuestros que, sin saberlo, se encuentran maniatados, sin libertad
para expresarse o sin valentía para hacerlo.

6. La ignorancia no está para denunciarla sino para instruirla.
Jesús, con paciencia y delicadeza, supo llevar adelante a un grupo
de 12 discípulos que no sabían –ni de cerca ni de lejos– la suerte
que le aguardaba al Maestro y tampoco a ellos. Si Jesús no lo tuvo
fácil, tampoco nosotros nos hemos de echar atrás por la incomprensión         
del momento. En la persistencia e insistencia está el éxito
de muchas cosas.

7. Las grandes necesidades no están sólo en el Tercer Mundo.
Hay un primer mundo solitario, ennegrecido y enfrentado.
Ayudar al necesitado es pensar y buscar quién está vacío, quien
camina desorientado, quién es mendigo de cosas tan elementales
como el afecto, la compañía, una palabra o un pequeño testimonio
cristiano. Puedes ser una mano abierta ante tantos rostros cerrados.

8. Misericordina de comprensión y no de ofensa; de alegría
y no de amargura; de paciencia y no de nerviosismo. Son un déficit
en un ambiente crispado, pesimista o lento para acoger al otro.
Procura, allá donde te encuentres, ser una receta afectiva y efectiva
ante situaciones que exigen un partir en dos el corazón que llevamos
dentro. Por Cuaresma, en el Año Santo Jubilar de la Misericordia,
“misericordina a domicilio” pero sin perder la denominación origen
y el médico que la receta:
¡DIOS DESDE EL CIELO Y DEMOSTRADA EN LA CRUZ!

P. Javier Leoz

viernes, 19 de febrero de 2016

Cuaresma ¡Estación de carga! - P.Javier Leoz



Abre el depósito de tu corazón.
La Palabra del Señor te llenará del combustible
necesario para seguir caminando. Él te empujará
y te guiará, incluso, por los caminos más
insospechados por ti.

Apaga el motor de tus agobios y de tus obligaciones.
El silencio o la contemplación te harán sentir la paz
que tu mente y tu vida necesita. No es bueno
ir deprisa ni preocuparse demasiado.

No mires el “cuánto cuesta” cargarse de Dios.
A veces, lo más caro en el mundo, es lo más barato
para alcanzar la felicidad. Tal vez, con tu voluntad,
de momento es suficiente. Dios, pondrá lo demás.

Limpia el parabrisas de tu mirada.
Las imágenes que nos sacuden todos los días nos hacen
tener una visión demasiado pesimista del mundo.

Mientras Dios, llena tu interior, disfruta de su fuerza.
Pídele que nunca te falte su asistencia en tus decisiones,
problemas e inquietudes.

Reajusta, en estos cuarenta días, las piezas
que no encajan en tu forma de actuar, juzgar o vivir.
La Cuaresma es un buen taller para que Jesús actúe
en la complicada maquinaria que somos las personas.

No olvides el código de circulación de todo buen cristiano:
los mandamientos. Con ellos aprenderás que, el amor a Dios,
exige contraprestación a los que nos rodean. Pero, recuerda,
aun haciendo el bien por los demás…no olvides a Dios
que es la fuente de inspiración de la bondad.

Toma con firmeza el volante de tu vida.
No dejes que te manipulen. Que nada ni nadie te desvíe
del camino de la fe. Cuando tengas que parar, para.
Cuando tengas que acelerar, acelera. Pero, ¡nunca dejes
otros tomen el timón de tu vida por ti!

Incluye en el maletero lo imprescindible.
Cuando vamos de excursión ¿qué llevamos?
Que en estos días, previos a la Semana Santa, aprendamos
a vivir con lo esencial. Y, lo esencial, no es lo mucho
sino aquello necesario para ser feliz.

Desde la ventana observa el paisaje;
da gracias a Dios por la vida, por el sol, por la familia,
por la iglesia. No olvides que, Dios, nunca te abandona.

Cuando surjan dificultades; cuando tus días sean
una cuesta arriba ¡no te desesperes! Ofrece esa penitencia,
ese sacrificio por tantas personas que no tienen posibilidades
ni cuentan con tantos medios como tú.

No dejes de lado un alimento que, en cualquier fin de semana,
no puede faltar en el equipaje de tu chasis cristiano: la Eucaristía.
Con ella sabrás disfrutar y dar valor al domingo.
Sin ella, tu vida no tendrá mucho sentido.

Finalmente, cuando sientas el cansancio, detente
un momento. Reza a Dios. Hazle sabedor de que Él,
te puede llenar de oxígeno y de vida, de paz y de fortaleza.
La oración es el gran combustible que, muy pocos,
saben aprovechar o encontrar. Y, por cierto,
se encuentra gratis en el silencio.


P. Javier Leoz

domingo, 14 de febrero de 2016

El camino de la Cuaresma- P. Javier Leoz



1. Las piedras del camino de la cuaresma son las fragilidades
de nosotros. Son los obstáculos que nos impiden vivir totalmente
en Dios y, por añadidura, los que proporcionan sufrimiento a los demás.
El sacramento de la penitencia ayuda a romper con aquellas cargas
insoportables que, Dios, perdona y olvida. Lo que no favorece
a las piedras de la cuaresma es el egoísmo y la soberbia.

2. La arena del camino de la cuaresma es la oración. En nuestro
trayecto hacia la Pascua no vamos solos. Jesús nos escucha y,
además, nos habla. Para ser interlocutor de Dios y, para que Él sea
el nuestro, hace falta que creamos en Él, que esperemos en Él,
que lo sintamos junto a nosotros.  El competidor de la arena
cuaresmal es el olvido de Dios.

3. La pendiente del camino la cuaresma es la penitencia. Nos ayuda
a despojarnos de lo que nos paraliza y nos desestabiliza espiritualmente.
Todo atleta, para llegar a la meta, abraza el esfuerzo como remedio
para sus ideales. Nuestro deseo de llegar a la cumbre de la Pascua
la expresamos visiblemente (no para que nos vean) por la penitencia.
El contrincante de esta subida hacia la Pascua es la pereza, la comodidad.

4. El agua del camino de la cuaresma es la Palabra de Dios. Jesús
tiene Palabras que son agua viva y que se convierten en alimento
que sacia toda sed, en respuesta a todos nuestros interrogantes.
El peor enemigo del agua viva de Jesús son otros sucedáneos que,
desde el borde del camino, nos ofrece la sociedad del consumo.

5. El silencio del camino de la cuaresma es el encuentro personal
con Cristo. Para conocer a un amigo es necesario escucharlo,
pasar horas con él, interesarnos por su vida. La cuaresma nos ofrece
un singular regalo: el silencio como camino hacia la reflexión y como
senda para llegar hasta Jesús. El adversario del silencio es la distracción.

6. El cayado del camino de la cuaresma es la Iglesia. En ella
nos apoyamos y nos sentimos hijos  de Dios y hermanos
en la misma fe. En ella celebramos el Misterio Pascual y, en ella,
nos sentimos miembros de un gran cuerpo que es el de Jesucristo.
Un gran enemigo del cayado de la cuaresma es el laicismo puro y duro.

7. La ayuda en el camino de la cuaresma es la caridad.
Sin caridad, la vida cristiana, queda coja y no adquiere el brillo
deseado en un cristiano. El mandamiento del amor es un canto
que aprende y repite constantemente el peregrino que se encamina
hacia la Pascua. El adversario de la caridad es la avaricia personal.

8. El final del camino de la cuaresma es la Pascua. Por ella
nos aventuramos a recorrer y vivir estos 40 días de oración, ayuno
y penitencia. Morir y resucitar con Cristo es lo que vemos
al final del repecho cuaresmal. Aguardándonos la vida no nos importa
ser disciplinados por el camino, desprendidos en el camino y orantes
en el camino. Jesús nos aguarda y, si podemos llegar ligeros de equipaje,
estaremos más aptos para ayudarle a llevar la cruz. El enemigo
de la Pascua es la muerte, el pensar que ella tiene la última palabra

9. Los abismos del camino cuaresmal son las tentaciones.
La comodidad, el conformismo y la pereza ante el cambio causan
graves problemas de obesidad y de movimiento que nos impiden
avanzar con prontitud. Para vencer a la tentación es necesario poner
a Dios como único Rey y Señor. El enemigo de la tentación: la fortaleza

10. El motor del camino cuaresmal es el corazón. Un corazón
encerrado en la admiración y cuidado del propio yo es un corazón incapaz
de amar. Tenemos que recordar constantemente que el amor es la identidad
de los que son discípulos del Señor Jesús. El amor nos lleva a compartir
con los otros la carrera de la vida y es ayuda a los rezagados,
que han perdido el aliento o que se han accidentado. El enemigo
del corazón es la falta de sentimientos.

P. Javier Leoz