Me dicen que fui bautizado,
pero no sé muy bien, Señor,
hasta qué punto soy de los tuyos,
de tu grupo, de tu familia, de tus ideas,
de los que defienden, sin fisuras,
tu Palabra sin riesgo de ser descafeinada.
Dicen que, el Espíritu, quema
y me siento un tanto frío.
Me advierten que, el Bautismo,
es un punto de salida
y frecuentemente me instalo en mis intereses.
¿Soy de los tuyos, Señor?
Me recuerdan que, ser de los tuyos,
es optar por tu Palabra, por tu vida,
por tu mensaje, por tu cruz,
por tus caminos y por tus contradicciones.
Y, cuántas veces, Señor,
me dejo guiar exclusivamente
por el vocerío del mundo,
amañar por las sensaciones del simple escaparate,
seducir con fuegos artificiales,
asustar por el sufrimiento,
o añorar y buscar atajos,
sin que me digan que soy de los tuyos.
¿Soy de los tuyos, Señor?
Ayúdame, Señor,
a convertirme, para estar cerca de Ti,
a liberarme, para dedicarme a Ti,
a llenarme de tu Espíritu,
para ofrecerme al pregón de tu Reino.
Que tu Bautismo, Señor,
sea para mí, causa de crecimiento,
llamada a la sinceridad y a la valentía,
a la generosidad y al testimonio,
a la verdad y a la firme respuesta.
Amén.
P. Javier Leoz
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