viernes, 22 de enero de 2016

¡Puente de santidad!


Unes el cielo y la tierra
con las ocho piedras de las bienaventuranzas.
Haz que, mis pies, nunca de desvíen de tu ruta
y, por tu suelo,  donde florecieron
otros hombres y mujeres que nos dejaron
el sabor de una vida justa,
pueda yo encontrar el sentido a mi vida vacía.

¡Puente de santidad!
Para acceder hasta ti y tallar tu piedra,
nos exiges vestiduras blancas con el color de Cristo.
Para rebasar tu inmenso recorrido,
nos invitas a vivir el hambre y la sed de justicia.
Para utilizar tu solidez sobre el fango,
nos empujas a ser constructores de paz divina.

¡Puente de santidad!
En ti nuestros caminos recobran la vida perdida.
En ti nuestra mediocridad recupera
el brillo de la esperanza y la solera de la humildad.
En ti el triste recupera la alegría
y el que se burla aprende a llorar lágrimas amargas.

¡Puente de santidad!
Tus arcos guardan el llanto de los que gimieron
por un mundo más feliz y más justo.
Tus sillares cantan escritos los nombres
de los que creyeron y nunca se echaron atrás
cuando fueron perseguidos y humillados por su fe.
Tus muros todavía reflejan las huellas
de los que pasaron haciendo el bien sin ruido,
y de aquellos que, siendo pobres ante el mundo,
cruzaron tus umbrales sabiendo que eran ricos para Dios.

¡Puente de santidad
Hoy, como siempre, superarte es un reto,
pues bien sabemos, que saltar hasta el otro lado,
exige dejar por el camino,
aquello que pensamos que nos hace grandes,
invencibles, poderosos o dueños de este mundo.

¡Puente de santidad!
Por ti, ayer, hoy y siempre, ojalá también yo,
seguirán atravesando las fronteras que Tú marcas,
aquellos que, la vida quieran vivirla, como Dios manda.
Amén.

P. Javier Leoz

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