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sábado, 9 de enero de 2016

Lo hiciste en familia, Señor - P. Javier Leoz

Por Navidad, Señor, por Navidad.
Quisiste aparecer en el seno de un hogar.
Como distintivo, no la cantidad, sino la unión.
Como riqueza, no el dinero, sino el ejemplo de José y de María.
Y es que, tu felicidad Señor, no fue la apariencia,
el oro, las perlas o la plata: fue el amor de tu familia nazarena.
En ella, en fracaso aparente,
apareciste ante la gran indiferencia del pueblo.
En ella, en las horas de fracaso,
encontraste el amor sin tregua ni farsa.
En ella, en tus triunfos,
supiste ser ovacionado desde el silencio y la sencillez.

¡Lo hiciste en familia, Señor!
¿De dónde aprendiste el nombre de “Abba” “Padre”?
¿Quién te enseñó a distinguir entre el bien y el mal?
¿En quienes descubriste el valor de la fe y de la entrega?
En la familia, Señor, ¿no fue en tu familia nazarena?
Y hoy, en pleno corazón de la Navidad,
nuestros ojos contemplan, el “tres en uno”,
sí, Señor, tres personas unidas por un mismo amor.
Tres personas teñidas con el color de la pobreza.
Tres personas agasajadas por los que no tienen riqueza alguna.
Tres personas que, bajo el umbral del portal,
siguen siendo referencia y ejemplo de santidad y de fe.
Naciste, Señor, y lo hiciste en una familia.
Pobre, pero amorosa.
Sencilla, pero llena de lo más importante: DIOS.
Temerosa, pero valiente en sus decisiones.
Indiferente para muchos,  pero única ante los ojos del Señor.
¡En  familia, Señor! ¡Quisiste nacer en una familia!

P. Javier Leoz

jueves, 7 de enero de 2016

¡En Navidad! - P. Javier Leoz



Si se encienden luces en las calles,
pero no en el corazón del hombre,
siempre habrá oscuridad.

Si hay dulces en el escaparate,
pero odio en el corazón,
no existirá la felicidad.

Si compramos lotería para Navidad,
y no tomamos números para el cielo,
no entraremos en él.

Si llenamos la mesa de cosas,
y vaciamos la mente de verdad
¿De qué estaremos saciados?

Frente a una Navidad laica,
los cristianos la hemos de recuperar
en su sentido más profundo.
                                                   
Frente a una Navidad light,
los creyentes hemos de vivirla
en toda su intensidad.

Frente a una Navidad sin villancicos,
los cristianos los cantaremos
allá donde estemos.

Frente a una Navidad fría y sin contenido,
los cristianos pondremos
lo que la ha hecho nacer: DIOS.

Porque, una Navidad con simples luces,
es una navidad cortocircuitada.

Porque, una Navidad de escaparate,
es la mentira que se impuso sobre la verdad.

Porque, una Navidad de lotería,
es pan para hoy y hambre para mañana.

Porque, una Navidad de simple paladar,
es insatisfacción permanente.

Porque, una Navidad sin Dios,
es algo que se pone en contra del propio hombre.

Porque, una Navidad descafeinada,
es un cúmulo de horas insoportables.

Vive, si quieres y lo deseas,
el regalo que nos trae la Navidad:
DIOS EN JESÚS.


P. Javier Leoz

domingo, 3 de enero de 2016

La Navidad es renacer - P. Javier Leoz



La Navidad es cercanía:
rompe con lo que te separa de los demás.

La Navidad es amor:
¡bríndate generosamente!

La Navidad es oración:
si estás frío con Dios, háblale.

La Navidad es canto:
si estás desafinado, entónate.

La Navidad es perdón:
si estás enojado, reconcíliate.

La Navidad es adoración:
si eres soberbio, arrodíllate.

La Navidad es dulzura:
si estás amargado, dulcifica tu persona.

La Navidad es cielo:
si vives en un infierno, toma la escalera de Jesús.

La Navidad es paz:
si eres violento, busca las armas de la fraternidad.

La Navidad es compartir:
si eres tacaño, despréndete de algo.

La Navidad es confiar:
si eres desconfiado, da otra oportunidad.

La Navidad es alegría:
si estás triste, busca razones para la sonrisa.

La Navidad es esperanza: 
si estás derrotado, levántate: Dios te quiere.

La Navidad es regalos:
si no los tienes, aprende a conquistarlos.

La Navidad es silencio:
si estás afónico, serénate un poco.

La Navidad es Dios:
si vives lejos de Él, aún estás a tiempo para volver.

La Navidad es Jesús:
si no lo ves, búscalo dentro de ti.

La Navidad es María:
si te parece pobre, enriquécela con tu cariño.

La Navidad es José:
si no eres responsable, mírale de cerca.

La Navidad es Ángel:
si no tienes alas, supérate a ti mismo.

La Navidad es anuncio:
si estás sordo, abre tus oídos a la Buena Noticia.

La Navidad es verdad:
si vives en la falsedad, recupera la transparencia.

P. Javier Leoz

lunes, 28 de diciembre de 2015

La Navidad - Zenaida Bacardí de Argamasilla



La Navidad será siempre
un día de esperanza, de misterio y de fe.

Cada cual tendrá su gruta,
la que ha ido cavando en el fondo de su corazón,
y necesita reformar, limpiar e iluminar todos los años.

Cada cual, su regalo: el íntimo, el personal,
el silencioso, el de las heridas cerradas y rencores olvidados.          

Cada cual, su lámpara para calentarnos en Dios...
y su aceite para ir curando, suavizando y derritiendo ternura
entre los muchos que lloran en la Navidad.

La noche de Navidad debiera ser más
para compartir con los pobres y con la familia
que para ostentar con los ricos;
más para prodigarnos con nuestros semejantes
que para meternos en el vértigo de las calles y las fiestas;
más para que Dios nos acompañe que para entrar
en ese mundo ajeno y extraño donde se aumenta
la nostalgia, se entristecen los recuerdos
y muchas veces nos sentimos tan solos.

¿Dónde y cuándo
vas a dar a Cristo el apretón de manos
y la entrega del corazón en esta Navidad?

No olvidemos que es día de llenarnos de Dios.
De sacar cuentas.
De estrecharnos las manos.
De abrir las alforjas.
De mirarnos tal cual somos.
De recordar a los que faltan.
Y pedir perdón.
¡Esa es la Navidad!

Zenaida Bacardí de Argamasilla

domingo, 27 de diciembre de 2015

En medio de la noche - P. Javier Leoz

En medio de la noche, escuchando
el gemir del mundo sales a nuestro encuentro,
oh Dios, sin más anuncio ni cortejo
que el silencio de la noche estrellada.

Naces, para que renazca nuestra vida
y nuestros ojos, distraídos por las luces,
se fijen en el “Lucero Divino” de un pesebre.

Déjame, Señor, en la oscuridad de esta noche
ser ángel pregonero de tu misterio:
que el hombre se entere, de una vez
para siempre, que vienes a divinizarle,
a infundirle calor, frente al frío del mundo.

Déjame, Señor, ser fuego alrededor de tu cuna
para que, el mundo también comprenda,
que cuanto más lejos estamos de ti,
más riesgo corre el corazón del hombre
de quedarse sin amor y romperse para siempre.

Déjame, Señor, ser estrella de tu Nacimiento
y, reyes y plebeyos, ricos y pobres,
puedan escuchar que, algo nuevo, ha acontecido.

Déjame, Señor, ser cuna de tu frágil cuerpo
y, el mensaje de paz que tu rostro irradia,
pueda yo acogerlo y llevarlo
hasta los confines y rincones más oscuros.
En medio de la noche, Señor, naces,
silencioso pero lleno de amor, humilde,
pero envuelto en la grandeza de Dios,
pequeño, pero inalcanzable en su esplendor.

En medio de la noche naces, Señor
apareces sin imponerte a nadie.
Sólo el amor habla.
Sólo el amor aguarda.
Sólo el amor canta.
Sólo el amor nace.
Sólo el amor… de Dios en Belén.
¡Gracias, Jesús!

P. Javier Leoz

sábado, 26 de diciembre de 2015

Navidad, fiesta de la esperanza - Padre Mariano de Blas, L.C.



Los que más disfrutan de la Navidad son los niños
y los que tienen un alma de niño.

Hay que ser como niño para poder llevar
ante el pequeño Jesús todos los pecados,
preocupaciones, tristezas, todos los desalientos,
as caídas y desesperanzas y para no tener
pena de acercarse a ese Redentor.
Un enfermo no tiene miedo de ir al médico
puesto que sabe que lo va a intentar curar.
El que sufre una enfermedad del alma va en busca
de Cristo Redentor, ¿quién tiene miedo de ese
Salvador que tiene cara de niño?

Y se necesita ser niño para decirle:
“Te necesito. Vengo cansado de ir
por tantos caminos de la vida.
No he encontrado la verdadera paz lejos de Ti.
Por eso, me pongo en fila donde está Zaqueo
y María Magdalena, el buen ladrón y tantos otros
pecadores que van con la mano abierta para pedir
esa felicidad y esa paz que no han encontrado”.
Y pedir con fe, para saber que se va recibir esa gracia.

Ser como niño para pedir con la fuerza
de la necesidad cuando de veras se siente.
Un pobre que pide limosna no necesita inventar
un discurso para decir que tiene hambre.
Nosotros no necesitamos inventarlo para decirle a Dios 
que tenemos hambre y sed de una verdadera felicidad.

Se necesita ser niño para estar seguros
que ese Redentor puede curar todos nuestros males.
Puede convertir mi tristeza en alegría porque
es todopoderoso; mi enfermedad en salud,
mi desesperanza en confianza, mis tinieblas en luz.

Cristo ha sido para millones de seres humanos,
el camino, la verdad y la vida. También puede ser
eso mismo para mí, para ti en esta Navidad.

Para todos los pecados, infidelidades y debilidades,
hay perdón. Para todas las dudas, problemas,
dificultades, los “no puedo”, hay respuesta y ayuda.
Para todas las ilusiones muertas hay probabilidades
de una resurrección.

Para ti, para mí, hay solución. Tú tienes solución,
si te acercas a ese Niño con fe y le dices
con los labios, con el corazón y la mente:
“¡Señor, si quieres, puedes curarme!”

Brindo por ese Dios que no nos trae propaganda,
palabras o promesas vacías, por ese Redentor
que sabe la grave enfermedad del hombre
y que se arriesga a venir, que se contagia
de la enfermedad y así nos cura.

Brindo también por ese Dios que sigue esperando
que el hombre le vuelva a decir en esta Navidad:
“te sigo amando.” Ese Dios, ese Redentor,
ese Niño de Belén es tuyo.

Si alguna vez de niño, joven o de adulto viviste
una Navidad auténticamente feliz, en paz con Dios,
contigo mismo y con los demás, esta Navidad
puede ser igual, puede incluso ser mejor todavía.

Deseo a cada uno, una verdadera Navidad ,que es
aquella en la que Dios es aceptado dentro de casa.

Dios es un niño que ríe contigo.
Dios es un niño que llora, que llora por ti.
Dios es un niño que ama,
que te ama con corazón de niño
y con la fuerza de un Dios.

Padre Mariano de Blas, L.C.