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viernes, 5 de febrero de 2016

Tejiendo el manto del mañana - Mensaje espiritual



    La Felicidad es una elección que puedo hacer en cualquier momento
y en cualquier lugar. Mis pensamientos son los que me hacen sentir feliz
o desgraciado, no mis circunstancias. Sé capaz de cambiarte a ti mismo,
y el mundo cambiará contigo...

Recuerda que lo único que puedes controlar en el mundo
son tus pensamientos... Mis sentimientos son influenciados
por mi postura. Una postura adecuada genera una disposición feliz.

Es importante también que hagas ejercicio, este nos libera del estrés
y genera la secreción de endorfinas, que hacen que nos sintamos bien.

Mira siempre hacia arriba y solo podrás reír, pues no conozco
a nadie que haya podido llorar en esa postura.

La felicidad no está en los años, meses, en las semanas,
ni siquiera en los días. Sólo se la puede encontrar en los momentos.
"Hoy es el mañana de ayer"... Además la vida siempre tiene derecho
a sorprendernos, así que aprende a vivir el presente sin ninguno
de los traumas del pasado ni las expectativas del futuro.

Recuerda que la Felicidad no es una meta, sino un trayecto.
Disfruta de cada momento como si en él se combinaran tu pasado,
tu presente y tu futuro. Debo aprender a amarme a mi mismo como soy.
Creer en ti mismo da resultados. Cuanto más te conozcas, mayor será
tu ventaja con respecto a los demás. Dag Hammarshold decía:
"El camino más difícil es el camino al interior"... pero, al menos
una vez en la vida, debemos recorrerlo.

¿Sabes cuál es la diferencia entre un sueño y una meta?
Una meta es un sueño con una fecha concreta para convertirse en realidad.
Un sueño es sólo un sueño, algo que está fuera de la realidad...
Así que atrévete a soñar, pero atrévete también a lograr que esos sueños
se hagan realidad! "Apunta hacia la Luna, pues aunque te equivoques,
llegarás a las estrellas..."

Y cuando te pongas una meta difícil o creas que tienes un sueño
imposible, recuerda que el éxito es sólo la recompensa, pues lo que vale
es el esfuerzo. La sonrisa es muy importante para mejorar la autoestima.
Cuando sonreímos, aunque no sintamos nada, nuestro cerebro lo entiende
como una señal que todo va bien y manda un mensaje al sistema nervioso
central para que libere una sustancia llamada beta-endorfina, que da a la mente
una respuesta positiva.

Dicen que una sonrisa cuesta menos que la electricidad,
pero que da más luz. Además, con cada sonrisa siembras una esperanza.
Mientras tengas resentimientos y odios, será imposible ser feliz.
Lo maravilloso del perdón no es que libera al otro de su eventual
culpa, sino que te libera a ti de un sufrimiento.

Uno de los verdaderos secretos para ser feliz es aprender a dar,
sin esperar nada a cambio. Las leyes de la energía te devolverán
con creces lo que des. Si das odio, recibirás odio; pero si das amor,
recibirás invariablemente amor.

Sólo el que aprende a dar está en camino descubrir la verdadera felicidad.
La sinergia es unir fuerzas y caminar juntos para conseguir cosas.
Siempre que dos o más personas se unen en un espíritu de colaboración
y respeto, la sinergia se manifiesta en forma natural.

Entiende a las personas que te rodean, quiere a tus amigos como son,
sin intentar cambiarlos, porque cuando te sientas mal, el verdadero amigo
estará allí para apoyarte y brindarte todo su amor. Así que cultiva tus amistades,
¡ellas nos son gratis! La amistad, al igual que la mayoría de los sentimientos,
debe fluir de manera natural. Por ello la verdadera amistad no puede basarse
en condiciones.

La Fe crea confianza, nos da paz mental y libera al alma de sus dudas,
las preocupaciones, la ansiedad y el miedo. Pero no te asustes cuando dudes,
pues bien decía Miguel de Unamuno: "Fe que no duda es fe muerta".

Dicen que el hombre llega a ser sabio cuando aprende a reír de si mismo.
Ríe, ríe alegremente... ¡y el mundo reirá contigo!

"Con cada gesto de amor que realizas hoy, tejes una valiosa hebra

del manto que te abrigara mañana."

miércoles, 27 de enero de 2016

Paz interior - Mensaje Espiritual

Qué difícil Señor se torna la vida cuando
los días grises hacen que en nuestro interior
no reine la paz y el bienestar que viene de Ti.

Qué difícil subir montañas pedregosas
que no responden a nuestros ideales
y creencias… y aun así seguir subiendo
esperando un nuevo amanecer.

Qué difícil cuando parece que la naturaleza
se pone en contra, cuando la lluvia, el aire
y la tempestad azota nuestro corazón
haciéndonos creer que no podemos
seguir caminando porque las circunstancias
nos lo impiden.

Qué difícil cuando pones alma, corazón
y vida en todo aquello que vives y haces…
y no recibes el aplauso acogedor y fraterno
del arco iris.

Qué difícil contemplar una flor, sencilla y pequeña,
con ojos humildes, ojos que admiren su belleza
no sólo por su hermosura sino por la savia
que fluye en su interior.

Qué difícil perdonar las huellas que nos dañan,
y aun así seguir caminando, siempre caminando…
con la esperanza de que esas huellas se difuminen                              
con el paso del tiempo y marquen un sendero claro.

Qué difícil, Señor, vivir en armonía con el hermano,
con la vida,… sin tener presente en todo momento
el Amor que Tú nos invitas a acoger y transmitir.

Tú nos conoces, Tú nos alientas, Tú nos empujas
a avanzar, a luchar, a creer, a vivir desde lo positivo, 
a perdonar…

Sólo desde Ti tiene sentido nuestro proyecto.

Sólo por Ti el universo gira y acompasa
la experiencia de los años con la libertad interior.

Haznos sensibles a tu voz, que sepamos
encontrarte en la adversidad, en la frialdad
y en todo lo que vivimos con intensidad,
con la certeza de que Tú estás presente
en todas las situaciones.

Abre nuestros oídos para escucharte,
nuestra boca para denunciar lo injusto
y mueve nuestros pies para recordarnos
que Tú y sólo Tú eres el centro de nuestra vida.

martes, 26 de enero de 2016

Siempre

Siempre

Intenta ser siempre positivo ante la vida. 
Aunque sientas el cansancio,
aunque el triunfo te abandone,
aunque un error te lastime,
aunque una ilusión se apague,
aunque el dolor asome a tus ojos,
aunque ignoren tus esfuerzos,
aunque todo parezca nada....
intenta ser siempre positivo

Si te acostumbras a ver siempre
el lado positivo de las cosas....

En las dificultades,
te superarás con más facilidad,

En los desaciertos,
te sobrepondrás con voluntad;

En las dudas,
sabrás discernir con mayor seguridad;

En los problemas,
la solución te resultará más fácil,

En los momentos de soledad,
el pesimismo no te podrá.

En la enfermedad,
sabrás luchar con fe;

En el desaliento,
tu ánimo no decaerá;

En las horas difíciles,
una luz interior te guiará
por encima de todas las cosas.

Y por sobre todo:
vive siempre muy unido a Dios,
y un bello mañana, hoy amanecerá.

sábado, 16 de enero de 2016

Hoy seré inmensamente feliz

Lo primero que debes tener presente para conquistar
la felicidad es que está en ti decidir si quieres una vida
de felicidad o de infelicidad. No depende de nadie más,
sino que de ti.

La alegría se puede aprender y desarrollar.
Como la felicidad es un estado emocional,
éste se puede provocar y mantener.
Es un estado interior, no es una cosa ni un objeto.
Por lo tanto, teniendo las actitudes y comportamientos
adecuados, sentirás felicidad en tu vida.

Para verificar que se trata de un estado puramente
interior haz la siguiente práctica: durante un par de días
intenta recordar momentos felices que hayas tenido
y anota brevemente en una hoja unas palabras
que te recuerden esa situación.
Cuando tengas unos diez eventos en los que hayas
sido feliz, lee la lista, recuérdalos e imagínalos en tu mente,
uno por uno. A los pocos segundos te sentirás muy feliz.

No podrás tener felicidad en tu vida si la haces depender
de factores externos. No depende de si tienes más o menos 
objetos, más o menos dinero. Ni tampoco si te aman o no.
Quién busca la felicidad comprando cosas, no la obtendrá
siempre sentirá que no tiene lo suficiente.
¿Por qué sucede esto? Porque, repito, la felicidad
es un estado interior, es una vivencia íntima.

Cada mañana decide que serás feliz.
Mírate al espejo con tu mejor sonrisa y di:
“Hoy seré inmensamente feliz”.

martes, 12 de enero de 2016

No eres Tú, soy Yo... - Viktor Frankl

Este es un ensayo de Viktor Frankl ,neurólogo, psiquiatra, sobreviviente del holocausto y el fundador de la disciplina; que conocemos hoy como Logoterapia.
No eres Tú, soy Yo...
¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...
Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.
No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:
"Necesito que Enrique me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".
¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente ésa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.
La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella... ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.
"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas-la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino".

domingo, 3 de enero de 2016

La Navidad es renacer - P. Javier Leoz



La Navidad es cercanía:
rompe con lo que te separa de los demás.

La Navidad es amor:
¡bríndate generosamente!

La Navidad es oración:
si estás frío con Dios, háblale.

La Navidad es canto:
si estás desafinado, entónate.

La Navidad es perdón:
si estás enojado, reconcíliate.

La Navidad es adoración:
si eres soberbio, arrodíllate.

La Navidad es dulzura:
si estás amargado, dulcifica tu persona.

La Navidad es cielo:
si vives en un infierno, toma la escalera de Jesús.

La Navidad es paz:
si eres violento, busca las armas de la fraternidad.

La Navidad es compartir:
si eres tacaño, despréndete de algo.

La Navidad es confiar:
si eres desconfiado, da otra oportunidad.

La Navidad es alegría:
si estás triste, busca razones para la sonrisa.

La Navidad es esperanza: 
si estás derrotado, levántate: Dios te quiere.

La Navidad es regalos:
si no los tienes, aprende a conquistarlos.

La Navidad es silencio:
si estás afónico, serénate un poco.

La Navidad es Dios:
si vives lejos de Él, aún estás a tiempo para volver.

La Navidad es Jesús:
si no lo ves, búscalo dentro de ti.

La Navidad es María:
si te parece pobre, enriquécela con tu cariño.

La Navidad es José:
si no eres responsable, mírale de cerca.

La Navidad es Ángel:
si no tienes alas, supérate a ti mismo.

La Navidad es anuncio:
si estás sordo, abre tus oídos a la Buena Noticia.

La Navidad es verdad:
si vives en la falsedad, recupera la transparencia.

P. Javier Leoz

sábado, 2 de enero de 2016

Decálogo para el año 2016 - P.Javier Leoz




Olvida lo pasado y mira con ilusión hacia el futuro.

Aprende de lo que dejaste atrás,
pero no te quedes aprisionado por ello.

Márcate un pequeño programa huyendo
de lo que es imposible cumplir.

Insiste en aquello que las prisas
no te dejaron llevar a cabo.

Restaña el corazón, tu alrededor y las personas
que conviven junto a ti.

Empieza este nuevo año como si fuera,
de verdad, todo nuevo.

Reza por los que no rezan y…
vive por los que no quieren vivir.

Acuéstate dando gracias por el día
que has compartido.

Levántate abriendo la ventana
de tu alma hacia Dios.

Trabaja y piensa, camina y no te detengas;
pero disfruta con aquello que trabajas,
piensas, caminas y dices.          

P. Javier Leoz

viernes, 1 de enero de 2016

Año nuevo, vida nueva - Padre Mariano de Blas, L.C.



Empezar un nuevo año, como si fuera cualquier cosa,
es una enorme torpeza; un año de vida es un regalo
demasiado grande para echarlo a perder.

¿Alguna vez has sentido en lo más hondo de tu ser
ese deseo profundo y enorme de mejorar o de cambiar?
Si es así, no dejes que el deseo se escape,
porque no todos los días lo sentirás.
Si hoy sientes esa llamada a querer ser otro,
a ser distinto, atrápala con fuerza y hazla realidad.

El inicio de un nuevo año es el momento para reunir
las fuerzas y toda la ilusión para comenzar
el mejor año de la vida, porque el que se proponga
convertir éste en su mejor año, lo puede lograr.

El año nuevo es una oportunidad más para transformar
la vida, el hogar, el trabajo en algo distinto.
«Quiero algo diferente, voy a comenzar bien;
así será más fácil seguir bien y terminar bien.
Quizá el año pasado no fue mi mejor año,
me dejó un mal sabor de boca.
Éste va a ser distinto, quiero que así sea;
es un deseo, es un propósito, y no lo voy a echar a perder.
Tengo otra oportunidad que no voy a desperdiciar,
porque la vida es demasiado breve».

¿Quién es capaz de decir:
«Desde hoy, desde este primer día, todo será distinto?
En mi hogar me voy a arrancar ese egoísmo
que tantos males provoca; voy a estrenar un nuevo amor
a mi cónyuge y a mi familia; seré mejor padre o madre.
Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya
a cambiar de trabajo, sino de humor.
En él incluso voy a desempolvar mi fe, esa fe arrumbada
y llena de polvo; voy a poner un poco más de oración,
de cielo azul, de aire puro en mi jornada diaria.
Ya me harté de vivir como he vivido, de ser egoísta,
tracalero, injusto. Otro estilo de vida, otra forma de ser.
¿Por qué no intentarlo?»

En los ratos más negros y amargos, llenos de culpa, piensas:
«Por qué no acabar con todo? Pero en esos mismos momentos
se puede pensar otra cosa: ¿Por qué no comenzar de nuevo?»

Algunos ven que su vida pasada ha sido gris, vulgar y mediocre,
y su gran argumento y razón para desesperarse es:
«He sido un Don Nadie, ¿qué puedo hacer ya?»
Pero otros sacan de ahí mismo el gran argumento,
la gran razón para el cambio radical positivo:
«No me resigno a ser vulgar; quiero resucitar a una vida mejor,
quiero luchar, voy a trabajar, quiero volver a empezar».
 
Un año recién salido de las manos del autor
de la vida es un año que aún no estrenas.
¿Qué vas a hacer con él? El año pasado
¿no te gustó?, ¿no diste la medida?
Con éste ¿qué vas a hacer?
Un nuevo año recién iniciado: todo comienza,
si tú quieres; todo vuelve a empezar...

Yo me uno a los grandes insatisfechos,
a los que reniegan de la mediocridad,
a los que, aún conscientes de sus debilidades,
confían y luchan por una vida mejor.

Todos desean a los demás y a sí mismos
un buen año, pero pocos luchan por obtenerlo.
Prefiero ser de los segundos.


Padre Mariano de Blas, L.C.

lunes, 28 de diciembre de 2015

La Navidad - Zenaida Bacardí de Argamasilla



La Navidad será siempre
un día de esperanza, de misterio y de fe.

Cada cual tendrá su gruta,
la que ha ido cavando en el fondo de su corazón,
y necesita reformar, limpiar e iluminar todos los años.

Cada cual, su regalo: el íntimo, el personal,
el silencioso, el de las heridas cerradas y rencores olvidados.          

Cada cual, su lámpara para calentarnos en Dios...
y su aceite para ir curando, suavizando y derritiendo ternura
entre los muchos que lloran en la Navidad.

La noche de Navidad debiera ser más
para compartir con los pobres y con la familia
que para ostentar con los ricos;
más para prodigarnos con nuestros semejantes
que para meternos en el vértigo de las calles y las fiestas;
más para que Dios nos acompañe que para entrar
en ese mundo ajeno y extraño donde se aumenta
la nostalgia, se entristecen los recuerdos
y muchas veces nos sentimos tan solos.

¿Dónde y cuándo
vas a dar a Cristo el apretón de manos
y la entrega del corazón en esta Navidad?

No olvidemos que es día de llenarnos de Dios.
De sacar cuentas.
De estrecharnos las manos.
De abrir las alforjas.
De mirarnos tal cual somos.
De recordar a los que faltan.
Y pedir perdón.
¡Esa es la Navidad!

Zenaida Bacardí de Argamasilla