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miércoles, 17 de febrero de 2016

Que tenga hambre, Señor



Que tenga hambre, Señor.
De Ti, no dejándome adorar a otros dioses,
que no sea el Dios que Tú adoras.
De tu Palabra, y no me seduzcan aquellos mensajes
que buscan mi bienestar externo o superficial.

Que tenga hambre, Señor.
De tu presencia, antes que del vacío
al que me empuja el endiablado mundo en el que vivo.
De tu rostro, que es fuente de vida y de salvación.
De tus manos, que bendicen, perdonan y multiplican.
De tus ojos, que miran con amor.
De tu corazón, que ama como nadie sabe amar.

Que tenga hambre, Señor.
Del pan, al que Tú me  invitaras en Jueves Santo.
Del vino, que Tú ofrecerás en la mesa de tu sacrificio.
Del servicio que Tú pondrás como distintivo
de aquellos que decimos ser tus  amigos.

Que tenga hambre, Señor.
Hambre de Dios, y de adorarle mientras viva.
Hambre de Dios, y de bendecir su nombre.
Hambre de Dios, y de no venderle por nadie.
Hambre de Dios, para que atienda mis dolores.
Hambre de Dios, para escuchar su voz de Padre.
Que tenga hambre, Señor.

P. Javier Leoz

domingo, 24 de enero de 2016

Luz para la humanidad - P. Javier Leoz

Sí, Señor, así te vemos y así te sentimos.
Desde el día de tu llegada a nuestro mundo,
alegraste la noche oscura del hombre.
Lo hiciste en silencio, sin ruido
pero, en Belén, fuiste luz en medio
de un impresionante firmamento estrellado.

Tú,  Señor, eres la luz del mundo.
Entonces ¿qué somos nosotros, Señor?
Somos pequeñas luces, de tu inmensa luz.
Somos pequeños ríos, de tu inmenso mar.
Somos pequeños destello, de tu inmenso sol.

Eres, Señor, luz de la humanidad.
Quien a Ti escucha, encuentra alivio.
Quien a Ti sigue, se siente protegido.
Quien a Ti bendice, queda engrandecido,
sobrecogido y enardecido por tu presencia, Señor.
Nunca, nuestra tierra,
cesará de darte gracias por tu Palabra.
Por poner esperanza a nuestro lado.
Por sembrar ilusiones en nuestros senderos.
Por levantarnos, con y por tu Palabra,
cuando nos sentimos decepcionados,
engañados o humillados
por tanta palabra y bisutería que ofrece el mundo.
¡Gracias, Señor!

Sigues siendo luz de muchos pueblos.
Horizonte de muchas metas.
Vida de muchas vidas.
Orgullo de millones de hombres y mujeres
que, sintiendo la peligrosa noche,
saben que Tú sigues siendo… la LUZ.
Amén. 

P. Javier Leoz

domingo, 10 de enero de 2016

¡Conviértenos a Ti, Señor...! - Mensaje Espiritual



Señor, queremos convertirnos a ti...
no a mí, no a ser yo mejor...
Señor, queremos dejar de mirarnos
a nosotros y empezar a mirarte a ti.

Señor, queremos convertirnos a ti,
no a cambiar yo de vida, con mis fuerzas
y con mis conquistas autosuficientes.

Señor, conviértenos a ti,
a tu palabra, a tu presencia...
así dejaremos de fiarnos tanto
de nuestras palabras,
de nuestros proyectos
y de nuestras  realizaciones.

Señor, queremos convertirnos a ti...,
dejar nuestros caminos y nuestros
juicios humanos, y empezar
a caminar por tus caminos.

Señor, ayúdanos a convertirnos a ti...
nosotros solos no podemos...
tantas veces lo hemos intentado
y siempre volvemos
a quedarnos encerrados en nosotros.

Señor, ayúdanos a convertirnos a ti...
Sal a nuestro encuentro,
alienta nuestro esfuerzo,
acoge nuestros pasos vacilantes.

Señor ayúdanos a convertirnos a ti.
Que sintamos en nuestro corazón
tu Espíritu, como una luz que ilumina
nuestro camino hacia ti, y que
nos impulsa con el calor de su amor.

Señor, conviértenos a tú a ti...
Después del intento de cada día,
sé tú nuestro hogar donde
nos encontramos contigo

al atardecer del día.

sábado, 9 de enero de 2016

Lo hiciste en familia, Señor - P. Javier Leoz

Por Navidad, Señor, por Navidad.
Quisiste aparecer en el seno de un hogar.
Como distintivo, no la cantidad, sino la unión.
Como riqueza, no el dinero, sino el ejemplo de José y de María.
Y es que, tu felicidad Señor, no fue la apariencia,
el oro, las perlas o la plata: fue el amor de tu familia nazarena.
En ella, en fracaso aparente,
apareciste ante la gran indiferencia del pueblo.
En ella, en las horas de fracaso,
encontraste el amor sin tregua ni farsa.
En ella, en tus triunfos,
supiste ser ovacionado desde el silencio y la sencillez.

¡Lo hiciste en familia, Señor!
¿De dónde aprendiste el nombre de “Abba” “Padre”?
¿Quién te enseñó a distinguir entre el bien y el mal?
¿En quienes descubriste el valor de la fe y de la entrega?
En la familia, Señor, ¿no fue en tu familia nazarena?
Y hoy, en pleno corazón de la Navidad,
nuestros ojos contemplan, el “tres en uno”,
sí, Señor, tres personas unidas por un mismo amor.
Tres personas teñidas con el color de la pobreza.
Tres personas agasajadas por los que no tienen riqueza alguna.
Tres personas que, bajo el umbral del portal,
siguen siendo referencia y ejemplo de santidad y de fe.
Naciste, Señor, y lo hiciste en una familia.
Pobre, pero amorosa.
Sencilla, pero llena de lo más importante: DIOS.
Temerosa, pero valiente en sus decisiones.
Indiferente para muchos,  pero única ante los ojos del Señor.
¡En  familia, Señor! ¡Quisiste nacer en una familia!

P. Javier Leoz

viernes, 8 de enero de 2016

¡Vayamos! ¡Corramos! - P. Javier Leoz


Un Año Nuevo, como portal sostenido por 365 vigas,
nos espera para vivir junto a Dios
y para, después de Navidad, no olvidarle.

Un calendario, con 365 días virginales,
aguardan el color de nuestra esperanza,
la profundidad de nuestra fe,
la riqueza de nuestras buenas obras.

Para que, la PAZ que nos ha brindado la Navidad
no se apague con el cañón de la violencia,
ni se marchite la esperanza que el hombre abriga.

Que los 12 meses que nos saludan
sean oportunidades para ser mejores.
Piedras para construir un nuevo mundo.                               
Palabras que alienten al hombre.

Dejemos atrás sinsabores y fracasos.
Apartemos a un lado lo que nos impide
vivir de nuevo y con aire fresco.
Dios, entre otras cosas,
nos da la fuerza que viene de lo alto.

Atrás quedó lo viejo y nos espera lo nuevo.
Atrás quedaron asignaturas pendientes,
pero Dios nos da otra oportunidad
para amar y entregarnos,
para levantarnos y ser más hermanos.


El Señor, con su Nacimiento,
ya está alumbrando con 12 lámparas
cada mes de este Año Nuevo.
El Espíritu, con su brisa suave
nos infundirá 365 soplos de aliento divino.
La Virgen María, Madre de Dios y nuestra,
marchará delante de nosotros, sus hijos e hijas,
ayudándonos a vivir dignamente cada hora
y cada segundo, cada día y cada instante,
de este Año Nuevo que ahora se inicia.
¡Vayamos! ¡Corramos!
La vida y la fe nos espera.

P. Javier Leoz