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sábado, 6 de febrero de 2016

¿No eres tú, Señor? - P.Javier Leoz

¿Quién vino pequeño y, ahora,
nos habla con lenguaje tan elocuente?
¿Quién se hizo hombre y, ahora,
parece expresarse con Palabras de Dios?
¿Quien nació en el silencio y, ahora,
rompe la calma con palabras proféticas?

¿No eres tú, Señor?
¿A quién se cerraron las puertas de la posadas
y, una vez más, te las cierran las gentes de tu misma tierra?
¿Aquel que fue reverenciado con dones por los Reyes
y, ahora, eres irreverentemente acosado al filo de un despeñadero?
¿Aquel que, fue agasajado por sencillos, humildes y pastores
y, ahora, acoges dudas e improperios?

¿No eres tú, Señor?
¿Aquel a quien los profetas fueron anunciando y,
los hombres de aquellos tiempos, al igual que los de ahora,
tampoco te reconocemos?
¿Aquel que bajó a compartir nuestra humanidad
y, ahora, nos resulta difícil contemplar tu divinidad?

¿No eres tú, Señor?
¿Aquel que, con su propia vida, cumple una vez más
lo que en Belén Dios hizo con la suya: amor al hombre?
¿Aquel que, siendo humilde, es valiente para manifestar
las cosas de Dios ante un mundo indiferente?

¿No eres tú, Señor?
¿Quién siendo el Hijo de Dios quieres que vivamos en Ti,
que creamos en Ti, sin más pruebas que tu Palabra y tu vida?
¿Aquel que siendo Hombre nos enseña el camino adecuado
para buscar y encontrar a Dios?
¡Dinos, Señor! ¿No eres Tú?

P. Javier Leoz

viernes, 11 de diciembre de 2015

La llave de la felicidad-Mensaje Espiritual




La llave para toda felicidad verdadera
y perdurable, es amar a Dios con todo
tu corazón, con toda tu alma y toda
tu mente y al prójimo como a ti mismo.
Cuando esto llega a ser lo primero y principal,
la vida se vuelve rica y maravillosa.
Realmente puedes decir que tal vida
es digna de ser vivida.

Ve lo bueno en todas las cosas y toda la gente,
aun cuando sea la más pequeña chispa.
Esta se puede avivar hasta que se vuelva
una poderosa llama y todo lo que es
discordante y desarmonioso desaparezca
en esa llama y se consuma hasta que sólo
quede el oro más puro.

Cada alma busca la felicidad,
pero frecuentemente por el camino
erróneo y en los lugares equivocados
y se pregunta por qué no la encuentra...
Busca y encuentra a Dios primero;
ésa es la simple respuesta.
Pon primero lo que es primero,
no importa cuál sea el costo o el sacrificio.
Ningún sacrificio es demasiado grande
para alcanzar esa meta.

Ponte la armadura completa de amor.
Permanece firme e inmutable en el amor de Dios.
No permitas que nada te perturbe o aflija.
La vida es lo que haces de ella.

El amor de Dios es ilimitado y nada lo detiene,
excepto nosotros mismos que tenemos
la libertad de elegir si lo aceptamos o no.

El alma es como un estanque tranquilo
y claro y lo que se refleja dentro
de ese estanque es perfecto.

Cuando tu vida está en desorden
y el espejo de tu alma está áspero,
fracasas en ver lo que se refleja
con pureza en tu interior.
Cuando te serenes, mira dentro de ti,
y allí encontrarás a Dios, así de simple.
Encuéntralo y conócelo.

Dios está contigo, entonces,
¿quién puede estar en contra de ti?