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viernes, 26 de febrero de 2016

Espíritu joven

No importa tu edad,
lo que cuenta es tu espíritu joven.
La juventud no es cuestión
de tener poca edad,
sino de una posición mental
y de vitalidad de espíritu.

No envejeces por vivir mucho tiempo,
sino por negarte a mirar la vida
como una verdadera oportunidad
de alcanzar un alto ideal.

Tú eres tan joven como tu FE,
tan joven como tu esperanza
y tan joven como tu alegría.
Llena de vida tu tiempo vivido,
y no te importe cuánto has vivido.

Lleva como un viático, por la vida,
tu decisión de contribuir
a la humanización propia y ajena,
para rejuvenecer al mundo.

Y sobre todo, ábrele los brazos
del amor de Dios, a todo aquel
que quiera acercarse a ti.

No lo menosprecies
porque no esté a tu altura.
No cierres tus oídos espirituales,
porque tú nunca sabes
en qué pequeñez Dios quiera hablarte. 
Se joven para Dios y para el mundo.

jueves, 21 de enero de 2016

Merecéis, algo más

Algo más que un silencio por aquellas palabras
que, estando vivos entre nosotros,
fueron consuelo, fuerza y esperanza.
Palabras que, no sabemos cómo ni de qué manera,
llenaron tantos espacios ahora muertos.
Mucho más que una lágrima porque, las vuestras,
fueron llanto y ríos en abundancia
cuando nuestros errores o decepciones
no siempre estuvieron a la altura de lo que valíais.

Merecéis, algo más.
Que caer en el olvido o en el absurdo
cuando, sin quererlo o sin saber por qué,
dejamos vuestros rostros esparcidos en bosques o en playas,
campos o mares, calles o plazas,
cuando, como cristianos sabemos,
que sois semilla destinada a descansar en Camposanto.

Merecéis, algo más.
Que un día con veinticuatro horas de recuerdos
porque, vuestras pisadas en nuestros pasos,
fueron aliento y entrega permanente,
cuando la vida nos castigaba cruelmente en nuestro caminar.

Merecéis, algo más.
Que una lágrima sin futuro o unas flores sin eternidad.
Mucho más que una añoranza sin esperanza,
o un “gracias” sin una apostar por el más allá.
Mucho más que una legítima ausencia,
sin llorar previamente nuestro arrepentimiento.
Arrepentimiento por las veces que, en el aquí
y no en el allá, no os dimos el abrazo que ahora
os daríamos, el beso que tal vez os negamos,
o el oído que, tal vez por falta de tiempo, os retiramos.
Qué fácil es amar cuando alguien se va,
y qué difícil, el Señor nos lo pondrá,
cuando tal vez nos pregunte:
“¿Qué hiciste en vida con tu hermano, tu padre, tu madre,
tu abuelo o tu vecino, tu sacerdote o tu amigo?”
Porque, no lo olvidemos,
ellos son nuestros mientras viven junto a nosotros,
pero son de Dios cuando marchan de este mundo.
¡CUÁNTO OS MERECÉIS! ¡DIOS OS LO DÉ TODO!

P. Javier Leoz

miércoles, 6 de enero de 2016

Caminan, buscan y entregan - P. Javier Leoz



Reyes Magos, que saliendo de vuestros reinos,
cabalgáis en busca de Aquel que también dejó el suyo.
Decidnos:
¿Cómo  encontrar la ruta de Belén?
¿Cómo es la estrella que nos lleva hasta el Redentor?
La ruta de  Belén, es el camino de cada día.
Es la valentía de los que creen en medio de dificultades,
o la  persistencia, aún en medio de tormentas.
Es la curiosidad de indagar y avanzar
aunque no se vislumbre nada en el horizonte.

¿Y la estrella?
La estrella es la luz que ilumina el corazón.
La intuición de saber que, Dios, siempre acompaña.
La esperanza que te invita a seguir adelante
o la mañana en la que sientes
que Dios te espera, que Dios te aguarda.

Decidnos, Reyes Magos, ¿cómo es Dios?
Dios, es imposible de descifrarlo:
Lo vimos, y  le adoramos.
No nos habló, pero nosotros lo hicimos con agasajos.
Le presentamos la riqueza que el mundo tiene
y de la que tanto le cuesta desprenderse.
Le ofrecimos el incienso con el cual el hombre
hoy, en vuestro tiempo,
perfuma y ensalza todo lo material,
olvidando al Único que es digno de tal honor.

Dejamos a sus plantas, con lágrimas en los ojos,
la humanidad y sus pecados,
el mundo y sus contradicciones,
la tierra y todo lo que le atemoriza.
Pero, sobre todo, como regios llegados desde lejos
le rendimos homenaje, vasallaje y pleitesía
y, por vosotros, los hombres de estos nuevos tiempos,
pedimos e hundimos nuestras rodillas en el suelo:
que no perdáis la fe,
que no temáis seguir a la estrella que siempre guía
y Dios os colmará de una felicidad sin medida.
Amén.

P. Javier Leoz

sábado, 26 de diciembre de 2015

Navidad, fiesta de la esperanza - Padre Mariano de Blas, L.C.



Los que más disfrutan de la Navidad son los niños
y los que tienen un alma de niño.

Hay que ser como niño para poder llevar
ante el pequeño Jesús todos los pecados,
preocupaciones, tristezas, todos los desalientos,
as caídas y desesperanzas y para no tener
pena de acercarse a ese Redentor.
Un enfermo no tiene miedo de ir al médico
puesto que sabe que lo va a intentar curar.
El que sufre una enfermedad del alma va en busca
de Cristo Redentor, ¿quién tiene miedo de ese
Salvador que tiene cara de niño?

Y se necesita ser niño para decirle:
“Te necesito. Vengo cansado de ir
por tantos caminos de la vida.
No he encontrado la verdadera paz lejos de Ti.
Por eso, me pongo en fila donde está Zaqueo
y María Magdalena, el buen ladrón y tantos otros
pecadores que van con la mano abierta para pedir
esa felicidad y esa paz que no han encontrado”.
Y pedir con fe, para saber que se va recibir esa gracia.

Ser como niño para pedir con la fuerza
de la necesidad cuando de veras se siente.
Un pobre que pide limosna no necesita inventar
un discurso para decir que tiene hambre.
Nosotros no necesitamos inventarlo para decirle a Dios 
que tenemos hambre y sed de una verdadera felicidad.

Se necesita ser niño para estar seguros
que ese Redentor puede curar todos nuestros males.
Puede convertir mi tristeza en alegría porque
es todopoderoso; mi enfermedad en salud,
mi desesperanza en confianza, mis tinieblas en luz.

Cristo ha sido para millones de seres humanos,
el camino, la verdad y la vida. También puede ser
eso mismo para mí, para ti en esta Navidad.

Para todos los pecados, infidelidades y debilidades,
hay perdón. Para todas las dudas, problemas,
dificultades, los “no puedo”, hay respuesta y ayuda.
Para todas las ilusiones muertas hay probabilidades
de una resurrección.

Para ti, para mí, hay solución. Tú tienes solución,
si te acercas a ese Niño con fe y le dices
con los labios, con el corazón y la mente:
“¡Señor, si quieres, puedes curarme!”

Brindo por ese Dios que no nos trae propaganda,
palabras o promesas vacías, por ese Redentor
que sabe la grave enfermedad del hombre
y que se arriesga a venir, que se contagia
de la enfermedad y así nos cura.

Brindo también por ese Dios que sigue esperando
que el hombre le vuelva a decir en esta Navidad:
“te sigo amando.” Ese Dios, ese Redentor,
ese Niño de Belén es tuyo.

Si alguna vez de niño, joven o de adulto viviste
una Navidad auténticamente feliz, en paz con Dios,
contigo mismo y con los demás, esta Navidad
puede ser igual, puede incluso ser mejor todavía.

Deseo a cada uno, una verdadera Navidad ,que es
aquella en la que Dios es aceptado dentro de casa.

Dios es un niño que ríe contigo.
Dios es un niño que llora, que llora por ti.
Dios es un niño que ama,
que te ama con corazón de niño
y con la fuerza de un Dios.

Padre Mariano de Blas, L.C.