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miércoles, 3 de febrero de 2016

La esencia del ser - S.S. Juan XXIII




Sabrás del dolor y de la pena,
de estar con muchos, pero vacío.

Sabrás de la soledad de la noche
y de la longitud de los días.

Sabrás de la espera sin paz
y de aguardar con miedo.

Sabrás de la soberbia de aquellos
que detentan el poder
y someten sin compasión.

Sabrás de la deserción de los tuyos
y de la impotencia del adiós.
 
Sabrás que ya es tarde
y casi siempre imposible.

Sabrás que eres tú el que siempre da
y sientes que, pocas veces
te toca recibir.

Sabrás que a menudo piensas distinto
y tal vez no te entiendan.
 
Pero sabrás también:

Que el dolor redime.
Que la soledad cura.
Que la fe agranda.
Que la esperanza sostiene.
Que la humildad ennoblece.
Que la perseverancia templa.

Que el olvido mitiga.
Que el perdón fortalece.
Que el recuerdo acompaña.
Que la razón guía.
Que el Amor dignifica...

Porque lo único que verdaderamente vale
es aquello que está dentro de ti,
y por encima de todo está Dios,
sólo tienes que descubrirlo
y así hallarás la verdadera Paz.

S.S. Juan XXIII

jueves, 21 de enero de 2016

Merecéis, algo más

Algo más que un silencio por aquellas palabras
que, estando vivos entre nosotros,
fueron consuelo, fuerza y esperanza.
Palabras que, no sabemos cómo ni de qué manera,
llenaron tantos espacios ahora muertos.
Mucho más que una lágrima porque, las vuestras,
fueron llanto y ríos en abundancia
cuando nuestros errores o decepciones
no siempre estuvieron a la altura de lo que valíais.

Merecéis, algo más.
Que caer en el olvido o en el absurdo
cuando, sin quererlo o sin saber por qué,
dejamos vuestros rostros esparcidos en bosques o en playas,
campos o mares, calles o plazas,
cuando, como cristianos sabemos,
que sois semilla destinada a descansar en Camposanto.

Merecéis, algo más.
Que un día con veinticuatro horas de recuerdos
porque, vuestras pisadas en nuestros pasos,
fueron aliento y entrega permanente,
cuando la vida nos castigaba cruelmente en nuestro caminar.

Merecéis, algo más.
Que una lágrima sin futuro o unas flores sin eternidad.
Mucho más que una añoranza sin esperanza,
o un “gracias” sin una apostar por el más allá.
Mucho más que una legítima ausencia,
sin llorar previamente nuestro arrepentimiento.
Arrepentimiento por las veces que, en el aquí
y no en el allá, no os dimos el abrazo que ahora
os daríamos, el beso que tal vez os negamos,
o el oído que, tal vez por falta de tiempo, os retiramos.
Qué fácil es amar cuando alguien se va,
y qué difícil, el Señor nos lo pondrá,
cuando tal vez nos pregunte:
“¿Qué hiciste en vida con tu hermano, tu padre, tu madre,
tu abuelo o tu vecino, tu sacerdote o tu amigo?”
Porque, no lo olvidemos,
ellos son nuestros mientras viven junto a nosotros,
pero son de Dios cuando marchan de este mundo.
¡CUÁNTO OS MERECÉIS! ¡DIOS OS LO DÉ TODO!

P. Javier Leoz