Si alguien necesita libertad,
y puedo abrir puertas:
conviérteme en un pequeño libertador
Si me creo mejor que nadie,
y concluyo que mi vida es perfecta:
alienta, Señor, mi corazón con la humildad
Si pienso que, tu llamada,
es para otros: convierte, mis oídos sordos,
en antena abierta a tus Palabras
Si caigo en el error de cavilar,
que el pecado es cosa de viejos:
infúndeme una conciencia clara
para diferenciar lo bueno de lo malo.
Si me incomodo por caminar,
y me detengo en la búsqueda de tu rostro:
cambia mi cansancio en fuerzas
redobladas de inquietud apostólica .
Si, en la preparación hacia la Pascua,
no me alimento de tu Eucaristía:
convierte mi debilidad en aprecio
por tu Cuerpo y tu Sangre.
Si este tiempo de gracia
no tiene relevancia en mi vida:
haz, Señor, que lo recupere
como un momento de reflexión.
Si me creo libre de todo,
cuando en realidad vivo esclavo de mucho:
convierte mis sensaciones, en gusto
por conocer la libertad de estar junto a Ti.
Si me siento sólo y abatido,
deprimido o angustiado:
convierte mi soledad en seguridad
de saber que Tú siempre me buscas.
Si pregunto demasiado sobre Ti
o exijo otro tanto de tu mano:
convierte mis caprichos
en comprensión de tu voluntad.
Si, como la higuera, no doy frutos,
porque me aprisiona la seducción:
convierte mi seca vida en algo fructífero.
Si siento que, Tú estás cerca,
pero no vivo según tus designios:
conviérteme en un instrumento para tu alabanza.
Si me dejo llevar por la falsa apariencia:
convierte mis impulsos en pensamientos rectos.
Si acepto las ofertas paganas
que surgen en la vida cotidiana:
conviérteme a Ti y haz que valore
lo que en verdad merece la pena.
P. Javier Leoz
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