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lunes, 21 de diciembre de 2015

Mirar hacia arriba - Mensaje Espiritual

Levanta la vista y con la mirada puesta en Dios,
haz el bien, que es camino de la felicidad eterna.

Iba un pequeño barco pesquero saliendo de la orilla
del mar y ¡vaya el movimiento que se siente
en la pequeña embarcación a merced de las olas!
Se necesita ser muy del mar para no sentir el mareo
y las ganas de bajarse y echar a nadar.
La barquilla se movía graciosamente al ritmo de las olas,
pero los marineros sufrían las consecuencias de aquel vaivén...
Uno de ellos recibió órdenes de subir a un mástil,
y a medida que subía se sentía cada vez peor ...
Entonces el capitán de aquel barco le gritó:
¡Si no quieres sentirte mal, mira hacia arriba...!

Que bien nos viene esta pequeña anécdota
a todos los seres humanos:
Si no queremos marearnos con las cosas atractivas
de éste mundo, debemos mirar hacia arriba,
implorar al cielo que nos llene de deseos espirituales,
que veamos claro que en la vida no sólo se vive
para comprar cosas y satisfacernos en todo,
para así estar contentos y felices; muy por el contrario,
las cosas que llenan plenamente la vida no se pueden comprar...
porque realmente no tienen precio.

Que bien nos haría en nuestra vida
Mirar hacia arriba y pedirle a Dios:

Humildad para aceptar nuestra vida como es y conformarnos
con lo que tenemos y con lo que somos, sin desear tener mucho...

Que nos llene el alma de amor para poder vivir una vida digna,
para poder darle momentos bellos a los demás...

Que nos ayude para ser mejores, sencillos de corazón
y vivir con una auténtica alegría

Que nos enseñe a dar amor y a darnos nosotros mismos,
a los demás con verdadera entrega y desprendimiento,
sin esperar recibir todo de ellos.

Que nos ayude a ser generosos, para compartir todo
lo que Él nos ha dado, como nuestros talentos y virtudes.

Que nos de fortaleza para no apegarnos a las cosas materiales...
a nada ni a nadie, porque:

Todo lo que tenemos en esta vida, es prestado por Dios,
porque al final nada nos llevaremos, sólo las obras buenas
y la alegría de haber vivido una vida llena de Dios.
Eso es lo único que podemos llevarnos de este mundo.

No perdamos más tiempo con todo lo material
con lo que este mundo de competición, intenta
desviar nuestra mirada de lo realmente trascendente:
¡Miremos hacia arriba, Dios nos busca, Dios nos espera...!